Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
(Mc 1, 14-15)
ἡ βασιλεία τοῦ θεοῦ· μετανοεῖτε καὶ πιστεύετε ἐν τῷ εὐαγγελίῳ.
Metanoia (del griego μετανοῖεν, metanoien, ‘transformación espiritual’, o de meta, ‘más allá’, y nous, ‘de la mente’)
Metanoien, traducido generalmente como conversión, también se presenta en algunas traducciones como arrepentimiento.
Mateo 4, 17: arrepiéntanse porque está cerca el reino de los cielos = μετανοεῖτε, ἤγγικεν γὰρ ἡ βασιλεία τῶν οὐρανῶν.
Hechos 3, 19: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados = μετανοήσατε (conviértanse) οὖν καὶ ἐπιστρέψατε (retornen) πρὸς τὸ ἐξαλειφθῆναι ὑμῶν τὰς ἁμαρτίας
Como vemos, la palabra metanoien es distinta de epistrepsate (ἐπιστρέψατε), mientras la primera suele traducirse como conversión, la segunda se traduce como arrepentimiento. Aquí encontramos la principal diferencia y que nos acerca más a lo que Dios, más específicamente la persona de Cristo, nos está reclamando (pidiendo) en este inicio de cuaresma.
Al imponernos la ceniza se nos dice: conviértete y cree en el evangelio. Con esto también la liturgia nos indica que no es lo mismo convertirse que creer, pues ambas cosas se nos están pidiendo por separado.
Si metanoien (conversión) no es arrepentirse, ni tampoco es creer, ¿entonces qué es? La palabra metanoien tiene un sentido de movimiento, y más profundamente de un movimiento interior, pues siendo literales es cambiar una disposición mental, dejar de pensar de una manera para pensar en otra distinta (y generalmente contraria) a la que se tenía. Esta conversión produce un movimiento interior en la persona, incluso se puede tener una conversión hacia el mal; ¿Qué ejemplos pudiéramos tomar? (se intercambian ideas)
Bien, en el aspecto netamente evangélico, la conversión va unida al arrepentimiento y al creer, no puede haber conversión del corazón si no se tienen ambos aspectos (salmo 50 – 51). La conversión implica una renuncia, si ya hemos dicho que es un cambio de mentalidad entonces es necesariamente la mentalidad que conduce al pecado. A esto se le añade la radicalidad del evangelio, ya que es una vuelta de 180°; si antes decía mil mentiras, ahora con la conversión no diré ninguna. Por eso en el salmo 50 (51) el salmista implora a Dios (fe) que en su proceso de conversión este la intercesión divina (v. 12) (escribirla). Al mismo tiempo que hay propósito de enmienda (v.15).
Ahora bien, ¿cómo se parte en el proceso de conversión? Desde un dialogo con Dios (v. 3-4) y seguidamente con el examen de conciencia (v.5). Por dos grandes motivos, el primero es que no es una idea nuestra, no es meramente el resultado de una reflexión personal, sino que principalmente nace del deseo de Dios por amor a nosotros; el segundo gran motivo es porque necesitamos de Dios para dar pasos firmes, y sobre todo para que seamos sanados y levantados en el camino (Mt 18, 10ss).
Resumiendo: la conversión, si queremos verlo así, pudiéramos detallarla por pasos (sin ser una camisa de fuerza, recordemos que Dios sopla donde quiere y cuando quiere).
1.- Arrepentimiento
2.- Pedir cacao
3.- Propósito de cambio
4.- Voluntad
5.- Humildad
6.- Escuchar a Dios
7.- Alabanza
La metanoia es un examen de toda actividad vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las cosas… es como una transformación profunda de corazón y mente a manera positiva (Romano Guardini)