Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando por el desierto durante cuarenta días, mientras el diablo lo tentaba.
(Lucas 4, 1-2)
Ἰησοῦς δὲ πλήρης πνεύματος ἁγίου ὑπέστρεψεν ἀπὸ τοῦ
Jesús pero lleno de Espíritu santo volvió atrás desde el
Ἰορδάνου, καὶ ἤγετο ἐν τῷ πνεύματι ἐν τῇ ἐρήμῳ
Jordán y estaba siendo conducido en el Espíritu en el desierto
ἡμέρας τεσσεράκοντα πειραζόμενος ὑπὸ τοῦ διαβόλου.
Días cuarenta siendo puesto a prueba por el acusador (calumniador)
Hoy abordaremos el antagonista de Jesús en el desierto, nos referimos al διαβόλου (Diablo). Para ello dividiremos este conversatorio en dos momentos, el primero es sobre la figura del tentador (y los tentadores), y el otro momento a la manera en que actúa frente a la figura de Jesús en el desierto.
Hoy corresponde a este primer momento, y partiremos de la pregunta ¿Quién es satanás? Partimos por decir que la Revelación no da explicación ninguna sobre el origen, la especie, la esencia y la actividad del Diablo; más bien acepta si existencia como algo real y obvio. Pero lo primero que tenemos que decir es que los demonios son creados por Dios, tal como lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (#395): “no es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero solo criatura”. Y por ser creado por Dios entonces fue creado bueno.
Los demonios son creados como ángeles (no tienen cuerpo, tienen voluntad y libertad, no ocupan ningún espacio, no están sometidos a las leyes físicas, etc.), solo que están condenados eternamente por apartarse deliberadamente de la voluntad perfecta de Dios. Al ser creados como ángeles tenían una vida intelectual (vida de relación) y una vida sobrenatural (visión beatifica).
Dios es el pilar de la creación entera, y lo creado solo alcanza la perfección de su estado al aceptar la voluntad de su creador. Es decir, el camino para ser llenados por Dios es reconocer nuestro vacío, los ángeles rebeldes (por su arrogancia consiente, libre y eterna) perdieron para siempre esta humildad esencial, de esta forma no aceptan ser llenados por Dios, que es amor. Por rechazar a Dios, están llenos de un sentimiento contrario al amor eterno de Dios, es decir, un odio eterno contra Dios, respondiendo siempre con odio al amor del creador y a toda manifestación amorosa de Él; aunque Dios sigue amando a estos espíritus rebeldes.
Con mucha frecuencia se suele denominar al demonio (o demonios) con categorías similares como satanás, lucifer, etc. Pero lo cierto es que en la tradición bíblica el nombre no denota simplemente una manera de expresión sobre algo o alguien, sino que sobretodo denota su esencia y por ende su misión (función). No es la excepción en el caso de los ángeles rebeldes, y brevemente veremos algunos nombres bíblicos o asociados al cristianismo:
Satán: este nombre proviene del hebreo: שָּׂטָן que se pudiera traducir como adversario o enemigo. Pero este a su vez proviene de la raíz hebrea שטנ (štn), que se traduce como impedir, hostigar, oponerse, etc. En su forma pura no hace alusión a un ser espiritual, en ocasiones se usaba para hacer referencia a un enemigo terrenal (1 Re 11, 14-25); la primera vez en que se hace referencia con este término a un ser espiritual es en 1 cr 21, 1. Y recordemos que ante la propuesta de Pedro a Jesucristo el evangelio de Mt 16, 23 el señor le denomina de esta manera.
Príncipe de este mundo: esta es una referencia tomada de la expresión joanica (textos escritos por San Juan) y que es el resultado del binomio común del cuarto evangelio; mientras Dios ha enviado a su hijo para instaurar el Reino de Dios el demonio o demonios pretenden instaurar su reino en el mundo (ver Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11).
Lucifer: proviene del griego Phosphoro y su posterior divulgación en latín (lucen y ferre), este personaje es diferente a satán, y su nombre es de carácter extra bíblico cuyo significado es de estrella de la mañana, este nombre le es dado por una antigua tradición al que se le atribuía la más alta naturaleza angélica creada por Dios pero que se corrompió (ver Is 14, 12).
Diablo: su nombre viene del griego diaballo que significa acusador, a pesar que se suele usar como sinónimo Diablo y Demonio la biblia no lo hace de esta manera, pues diablo siempre está en singular y hace referencia al más poderoso de los demonios; también el Nuevo Testamento lo llama acusador (Ap 12, 10), tentador (Mt 4, 3), maligno (2 Tes 3, 3), el padre de la mentira (Jn 8, 44), entre otras.
Belcebú: este personaje, a pesar de asociarse con el personaje descrito anteriormente, es más bien una deidad de los pueblos paganos en el Antiguo Testamento, su nombre proviene de Baal – Zebul que significa señor de las moscas (2 Re 1, 2). Por lo que vemos que es uno de los baales de los cuales nos hablan constantemente en las Sagradas Escrituras.
Demonio: viene del griego daimon que significa genio, y a pesar que en el mundo helénico no era una referencia a una entidad malvada, aunque si espiritual, en el Nuevo Testamento siempre es usada para designar a los espíritus contrarios a Dios y a los hombres.
Leviatán; también llamado dragón marino, aparece mencionada en Isaías 27, 1, Job 3, 8; 40, 25, y en los salmos 74, 14; 104, 26. Las características de este demonio aparecen en el capítulo 41 del libro de Job.
A partir de ahora tomaremos principalmente los nombres de algunos demonios bíblicos y sus referencias en la palabra de Dios:
Behemot (Job 40, 15-19)
Azazel (Lev 16)
Asmodeo (Tobías 3, 8. 17)
Belial (Samuel 22, 5; Nahúm 1, 11. 2, 1; Sal 18, 5)
Moloc (Jeremías 32, 35)
Lilit (Is 34, 14)
Para concluir este primer momento, quiero finalizar con la idea clara de la existencia de ángeles que se han negado a la Gracia de Dios y que por negarse a la gracia ya están condenados (cf. Jn 3, 18).