Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando por el desierto durante cuarenta días, mientras el diablo lo tentaba.
(Lucas 4, 1-2)
Ἰησοῦς δὲ πλήρης πνεύματος ἁγίου ὑπέστρεψεν ἀπὸ τοῦ
Jesús pero lleno de Espíritu santo volvió atrás desde el
Ἰορδάνου, καὶ ἤγετο ἐν τῷ πνεύματι ἐν τῇ ἐρήμῳ
Jordán y estaba siendo conducido en el Espíritu en el desierto
ἡμέρας τεσσεράκοντα πειραζόμενος ὑπὸ τοῦ διαβόλου.
Días cuarenta siendo puesto a prueba por el acusador (calumniador)
El comienzo del libro de los hechos de los apóstoles (hechos 1, 3) muestra el interés del evangelista por los cuarenta días (allí, el círculo de los testigos de la resurrección recibe del Señor enseñanza y preparación). Los cuarenta días, o los cuarenta años, cuyo valor simbólico desempeña un gran papel en oriente, han permitido siempre a Israel subrayar los periodos decisivos de la vida de los siervos de Dios o de todo el pueblo. Moisés permaneció cuarenta días en el Sinaí cuando se estableció la alianza (Ex 24, 18; 34, 28), también como tiempo de la ira de Dios (Gn 7,4.12). En la tradición judía, que Lucas conoce muy bien, esto es lo que suele durar la recepción de las revelaciones divinas (como en el caso de Moisés en el monte del Sinaí, que duró cuarenta días para ser iniciado por Dios en todo lo relacionado el sacerdocio). Los cuarenta años en el desierto fueron para el pueblo un tiempo de castigo y de prueba (Dt 8, 2).
También Lucas comprendió los cuarenta días de Jesús en el desierto como un tiempo de prueba según la tradición, y como un individuo no puede ser tentado durante 40 años en el desierto, se comprende que, al pasar del pueblo de la antigua alianza a Jesús, se conserve la cifra, pero convirtiendo los años en días. Además de ser un tiempo de prueba, es también tiempo de toma de conciencia existencial concedida por el Espíritu y por el testimonio de las Escrituras. Hay que releer los cuarenta días más con el imperfecto de duración ἤγετο (estaba siendo conducido) que mediante el participio πειραζόμενος (siendo puesto a prueba, tentado).
En la Palabra de Dios frecuentemente existe una relación entre el número 40 y los periodos de preparación, espera y cambio:
– (Gn 7,4) Dios hizo llover 40 días y 40 noches en tiempos de Noé.
– (Ex 24,18) Moisés pasó 40 días de ayuno en el Monte Sinaí, a solas con Dios.
-(Génesis 25,20) Isaac tenía 40 años cuando se casó con Rebeca. (Gén 26, 34) También Esaú cuando contrajo matrimonio con Judit
– (Nm 14,33) El pueblo de Israel pasó 40 años en éxodo por el desierto rumbo a la Tierra Prometida.
-(Num 13, 25) Los 12 espías de Israel exploraron la tierra de Canaán durante 40 días.
-(Dt 25, 3) Los que cometían un exceso y eran castigados no debían recibir en ningún caso más de cuarenta azotes para evitar que aquel compatriota sufra un castigo demasiado duro y se sienta humillado.
-(1 Sam 17,16) Goliat desafió a los israelitas por espacio de 40 días hasta que fue vencido por David.
-(1Re 2,11) David reinó 40 años, (Hch 13, 21) el mismo tiempo que su antecesor Saúl y (1Rey 11, 42), que su hijo Salomón; los tres primeros reyes de Israel.
– (1 R 19,8) Elias pasó 40 días y 40 noches caminando hasta el Monte Horeb.
– (Jue 3,11) Israel vivió 40 años de paz bajo los jueces.
– (Jon 3,4) Jonás profetizó 40 días de juicio para que Nínive se arrepintiera.
– (Lc 2,22) Jesús fue llevado por María y José al templo 40 días después de su nacimiento, según la ley de Moisés (Lv 12, 1-4);
– (Mt 4,1–2; Mc 1,12–13; Lc 4,1–2) Jesús ayunó durante 40 días en el desierto, donde fue tentado por el demonio.
– (Hch 1,1-3) Durante 40 días, Jesús resucitado enseñó a los discípulos antes de subir al cielo y enviar el Espíritu Santo.
Pero centrándonos nuevamente en Cristo como centro de la Revelación, retomemos los cuarenta días del Señor en el desierto, que está unido a la conversión, tema que vimos anteriormente, ya que si la conversión es enderezar nuestro camino nuevamente al camino de Dios, esta senda divina es el desierto; o al menos implica pasar por un tramo de desierto. Jesús inicia su caminar luego del bautismo y de inmediato al desierto, para después ponerse nuevamente en camino hacia Jerusalén. De hecho, las tentaciones del Diablo que se relata en Mateo y Lucas no se le presenta al hijo de Dios una invitación a cometer lo que se llama un delito o un crimen en sentido moral o jurídico. En los tres casos, se trata “únicamente” de un consejo o de una propuesta que intenta inducir a aquel que, desde el Jordán empezó a seguir el camino de la penitencia, a dejar de ser fiel, a seguir otra dirección distinta de la que le llevaría a la cruz.
La cuaresma debe entenderse entonces como un momento de cambio, de transformación, ya que el cuarenta es asociado en sentido bíblico a la temporalidad, ya sea de purificación, ya sea de cambio, siempre es pasar de un punto A (donde está el ser humano) a un punto B (donde el ser humano se encuentra con Dios) que se realiza en un trascurso de tiempo, que genera un movimiento interno (conversión).
“Se trata de un número que expresa el tiempo de espera, de purificación, del regreso al Señor y de la conciencia de que Dios es fiel a sus promesas”.
Benedicto XVI, 22 de febrero de 2012.