Lc 4, 1-13
Antes de introducirnos en el tema de la triple tentación, vale destacar el origen en Lucas del tentador. Lucas llama siete veces al diablo διάβολος (particularmente en 4, 1-13) y otras siete veces satanás Σατανᾶς; aunque realidad cada termino aparece cinco veces en el evangelio y dos veces cada uno en Hechos. La preferencia por parte de Lucas por el termino griego diablo, a diferencia de Marcos 4, 14 que le llama satanás, tiene realce en el Versículo 13 cuando «Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno«, llegando ese momento en las horas de la pasión, donde están más afectados los discípulos (la comunidad) que Jesús: el diablo subyuga a Judas (22, 3), sacude a los discípulos y les zarandea (22, 31) y Jesús tiene que advertirles en el Getsemaní (22, 40.46).
Las tentaciones de Jesús en el desierto aparecen en los tres primeros evangelios, conocidos como evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). En el texto de San Lucas tiene el mismo inicio que Mateo: conducido y llevado por el Espíritu, Jesús es puesto a prueba durante cuarenta días.
Lucas, al igual que Marcos, refiere en forma de dialogo tres tentaciones, solo que entre uno y otro evangelista se relata de manera inversa la segunda y la tercera tentación (ver en Mt 4, 1-11 y Lc 4, 3-12). Parece ser que mateo respeta el orden primitivo y que Lucas lo modifica, porque:
- La última tentación tiene que tener lugar en el templo, que será el escenario de una etapa de la historia de la salvación, al final de la vida de Jesús.
- Porque la cuestión, ciertamente delicada, pero penúltima, del poder político no merece ocupar el último sitio, el más importante.
Según la gradación de Lucas, tentar a Dios es la tentación más grande (Versículo 12). Lucas pretende que el diablo camufle esta tentación, la más dura, con citas de la escritura (v. 10-11). Además quiere que la primera tentación tenga lugar en el desierto y la última en Jerusalén, prefigurando de este modo el recorrido de la vida de Jesús.
A estas tres tentaciones corresponderán las tres etapas de la vida de Jesús. Quizás por esto Lucas no habla de la montaña, como si lo hace Mateo en 4, 8 (Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto), ya que en la vida de Jesús la montaña (según la concepción de Lucas) no tendría la misma connotación que en Mateo, por eso en Lucas nos topamos con el Versículo 5: llevándolo a las alturas, lo cual podría anunciar el viaje de Galilea a Judea.
En su conjunto, este relato nace de la convicción en la que aquellos a quienes Dios ha creado y ama (Adán, Abrahán, Moisés, David, Job) están expuestos a la tentación; puesto que Jesús ama a Dios con todo su corazón (panes), con toda su vida (alero del templo) y con toda su fuerza (sus bienes, los reinos).
En la primera tentación: «Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: «Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre»«, nos hace recordar a las pruebas en las que el pueblo de Israel y en las que Dios les daba de comer el Maná, y es precisamente con la cita de Dt 8, 3 que responde Jesucristo (te dio a comer el maná que ni tú ni tus padres habíais conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahveh), por lo que la tentación del diablo no es tanto transformar la piedra en pan (a lo cual Cristo hará algo más sublime en la última cena en convertir el pan en su propia carne), sin en la introducir la duda en Jesús de si es hijo de Dios, en esto respondemos desde la fe, ya que Jesús no es solo hijo de Dios, y con esto se reafirma el evangelio, pues Jesús ES EL HIJO DE DIOS; ya contestado por Lucas en el capítulo 3, 22: «y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado.»«
La segunda tentación: «le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya.» Jesús le respondió: «Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.»«. En esta segunda tentación el diablo propone a Jesús una alianza, ya queda claro que Cristo ES EL HIJO DE DIOS, ahora lo que se pretende con esta tentación es que n se llegue a cumplir la nueva alianza (ver Lc 22, 20). La propuesta del Diablo es un “atajo” para que Cristo “reine”, pero Jesús sabe que en el tema de la salvación los atajos son trampas del Diablo, que su vida debe ser entregada en rescate de la humanidad (ver Lc 13, 22-30). Lucas sabe que Dios exige que se le sirva solo a Él (ver Lc 16, 13), por lo que la tentación de renegar de Dios se plantea en el territorio del poder temporal, y luego en el dinero. Jesús responde nuevamente con una cita de Dt 6, 13: «A Yahveh tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás«, y Dt 10, 20: «A Yahveh tu Dios temerás, a él servirás, vivirás unido a él y en su nombre jurarás». Al final, en Lucas se manifiesta en Cristo la Gloria a través de la muerte y resurrección (ver Lc 24, 25-26) y no por la adoración al diablo, no por cumplir el plan diabólico sino por cumplir el plan divino.
La tercera tentación: «Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» Jesús le respondió: «Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios.»«. Lucas omite en la tercera tentación el nombre del Diablo y pasa directamente al nombre de la Ciudad Santa, Jerusalén, no solo es el lugar más público sino también el más sagrado para el Pueblo de la alianza divina. Esta tentación tiene una connotación más religiosa, ya que diablo usa la palabra de Dios con el Salmo 90 (91), busca manipular algo cierto (puesto que la palabra de Dios es verdadera); ¿pero porque entonces es una tentación si lo dicho es auténtica palabra de Dios? La respuesta la vemos en lo que le contesta Jesús y que encontramos nuevamente en Deuteronomio 6, 16: «No tentaréis a Yahveh vuestro Dios, como le habéis tentado en Massá». Recordemos que el pueblo de Israel durante su travesía en el desierto junto a Moisés había tentado a Dios al exigirle agua. En las tres tentaciones, Jesús no quiere nada para sí mismo; por eso no pone a Dios a prueba. El diablo cita la Escritura, pero no la comprende. La interpretación del Dt 6, 16 que cita Jesús manifiesta dos cualidades: la primera, una sensibilidad por la metáfora, ya que el salmo 90 (91), 11- 12 no debe tomarse al pie de la letra; y la segunda, la convicción de que la ayuda de Dios que se promete en el salmo no es automática.
Terminemos con una cita de San Ambrosio: “Jesús tolera ser tentado por el diablo para que en él aprendamos todos a triunfar”.